“Desde hoy y hasta el fin del mundo, seremos recordados los que participemos, nosotros, los afortunados. Nosotros, una banda de hermanos. Todo el que derrame su sangre hoy junto a mí, será mi hermano”, William Shakespeare – Enrique V
Es el décimo capítulo, el último, y vuelvo a ver, como los anteriores nueve episodios, la presentación de Band of brothers. Aunque conozco las imágenes, tomadas de diferentes momentos de la serie, me siento hipnotizado por esas combinaciones de situaciones, acompañados a la perfección por la música, creada por Michael Kamen. No quiero adelantar y pasarla de largo, como sucede con la mayoría de las series. Me sorprendo y me angustio cuando veo a los soldados llorar y morir. Me asombro ante los escenarios; ciudades destruidas, campos desolados, lluvias interminables. No quiero que se termine.
Tom Hanks había leído el libro de Stephen Ambrose, Band of brothers, la historia de la compañía Easy, una destacada división de paracaidistas. Quedó obsesionado con el camino que habían recorrido, desde su entrenamiento en Estados Unidos, en 1942, hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, en 1945. Con Steven Spielberg presentaron la idea a HBO y, luego de filmar Rescatando al soldado Ryan (las similitudes entre el film, estrenado en 1998, y la serie, en 2001, son claras) en el Reino Unido, se quedaron para liderar el proyecto.
Es importante entender la forma en que se armó la serie para reconocer ese proceso en el producto final. Spielberg y Hanks se cargaron al hombro la serie más costosa de la historia, con 125 millones de dólares invertidos, 2000 extras contratados, 2000 uniformes, con actores entrenando 16 horas por día por más de dos semanas y 1000 armas auténticas de la SGM.
Fueron diez capítulos que intentaron recrear (aunque después se marcó que hubo algunos errores históricos) la historia de la compañía Easy, considerada con el tiempo como una de las más valientes y eficientes de la SGM. La belleza obtenida en cada plano, la fotografía perfecta, los sonidos y la música ideales, se contraponen constantemente con la sangre, los gritos de dolor y las imágenes violentas de la guerra. El nivel de realismo es enorme. En los momentos de acción, en pleno tiroteo, se priorizó filmar con cámara en mano, para que el espectador sintiera la sensación de estar en el lugar.
Aunque por momentos se recurre a golpes bajos y algún exceso nacionalista, quizás los peores vicios que tiene la serie, la verdadera intención fue quitar la ideología y las banderas políticas de la guerra. Los soldados, en realidad, quieren ganar la guerra para volver lo antes posible a casa. Matan para no morir. Odian a los soldados nazis porque escucharon o leyeron que son malos pero luego entenderán que no son muy distintos a ellos. Los diálogos son brillantes, no recurren al heroísmo barato. El teniente Roland Speirs le dice a Blithe, uno de los soldados que en pleno tiroteo decidió esconderse en una trinchera: “Se escondió porque piensa que todavía hay esperanza. Pero, Blithe, la única esperanza que debe tener es que ya está muerto. Cuanto antes lo acepte, antes hará lo que se supone que tiene que hacer”. Muchos soldados tienen pánico, quedan desequilibrados psicológicamente, no pueden recuperarse de momentos que son reales, pero que parecen pesadillas.
El relato no tiene intención de personalizar las historias. Aunque cada capítulo está contado desde la perspectiva de un soldado, no se llega a conocer del todo a los personajes, salvo quizás a Richard Winters y Lewis Nixon. El foco está puesto en la compañía Easy como grupo y los acompaña en sus movimientos desde el Día D hasta el fin de la guerra, en Austria. A medida que pasan los capítulos, sí se conoce cada vez más al prototipo de soldado: ignorante, joven, sin un futuro claro, de clase social media baja, y repleto de códigos (respetar y dejar la vida por quienes demostraron ser valientes, degradar a los cobardes, a los que recién llegaron a la guerra y no sufrieron la muerte de un amigo o el dolor de un balazo en una pierna).
El recurso de mostrar a los verdaderos soldados de la compañía Easy antes de cada capítulo, ya viejos, vestidos con camisa y recordando en detalle todo lo que habían vivido, es efectivo. Es otro golpe de realismo que tiene un resultado desgarrador. Aquellos soldados que corren por su vida y la de sus compañeros. Esos que mueren de hambre y frío, que pierden una pierna o un brazo, son reales. Las lágrimas de los veteranos de guerra sirven de remedio, de consuelo amargo.
Todos admiten que de la guerra no se puede volver. Algunos, porque liderar a un grupo de hombres, tirar una bomba, emboscar a un grupo de soldados enemigos, encontrar en el cuerpo una resistencia y fuerza que no se advertían, es lo mejor que pueden hacer. Otros, porque no pueden borrar los recuerdos de sus amigos que quedaron enterrados en Europa o que fueron devueltos a Estados Unidos.
[…] cosas que podrían emparentarse a estos soldados con los de otra época, como podrían ser los de Band of brothers, de la SGM. La primera, es que no saben del todo por qué están en guerra. Para ellos, la […]
[…] ocurrió casi nada nuevo para hacer The Pacific, serie que HBO lanzó en el 2010. Se trata de la copia de Band of brothers, de 2001, sólo que este relato transcurre en el Pacífico, como bien lo indica su nombre, y no en […]
[…] personajes generan simpatía. Tanto Brody (Damian Lewis, que interpretó al gran Sargento Winter en Band of brothers), el supuesto terrorista, como Carry (Claire Danes, de gran actuación), una especie de Jack Bauer […]
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[…] menor. Se trata de una mini-serie, un formato reducido en cuanto a episodios y temporadas. Sólo Band of Brothers pudo llegar al mismo nivel de madurez. Después de terminar Olive Kitteridge -si aguanta el […]
Muy buen post, me recordó mucho a una serie actual llamada Vice , un trabajo periodístico que aborda sucesos y conflictos del mundo actual que realmente nos hace reflexionar sobre dichos acontecimientos. Vale la pena echarle un vistazo.